La podología y el triatlón

Salta a la vista que el  triatlón es una disciplina deportiva muy completa e intensa. El hecho de aglutinar en sí mismo tres prácticas deportivas bien diferenciadas hace que el atleta necesite tener una fuerte resistencia y un completo dominio de su cuerpo para afrontar cada etapa  del modo más exitoso posible. Natación, ciclismo y atletismo son actividades muy intensas por lo que, una mala práctica puede ocasionar graves problemas entre los que las practican. 

Al tratarse de actividades tan diversas, las repercusiones que pueden tener en nuestro organismo también son muy distintas dependiendo de la actividad en cuestión que estemos realizando. Y, por  ende, cada actividad puede llegar a generar distintas dolencias. No obstante, las lesiones ocasionadas por la práctica deportiva del triatlón suelen ser de carácter agudo, es decir, aparecen de forma repentina y se relacionan con una causa definida por ejemplo un gesto brusco o un traumatismo directo. También pueden desarrollarse de forma gradual por la acumulación de cargas repetitivas a lo largo del tiempo – los llamados  microtraumatismos. 

Natación

La natación es, dentro de las tres disciplinas que conforman el  triatlón, el deporte de menor impacto. Con todo, debido a sus constantes movimientos repetitivos puede ser mucho más dañino de lo que parezca a priori. 

Al igual que el resto de deportes, la natación tiene una serie de lesiones habituales entre aquellos que la practican. Aunque suelen ser lesiones más leves que las de otras disciplinas, si no se tratan adecuadamente pueden convertirse en un verdadero problema. Aunque los hombros y las rodillas sean las partes más afectadas, esto no cierra la puerta a las dolencias   podológicas.

Rodilla de nadador

Se produce por la amplia patada y la rotación externa de la rodilla durante esta. La repetición constante somete a la articulación a una tensión que puede llegar a causar inflamación. Esto acaba derivando en un dolor en la parte interna de la rodilla que puede llegar a ser crónica.

Es en realidad un esguince o distensión de ligamento lateral interno o  medial y suele ser por una combinación de sobrecarga, debilidad y falta de flexibilidad de la zona interna de la rodilla. Durante la patada de braza, las piernas se extienden rápidamente y rotan hacia el exterior. Aunque esta posición coloca los pies  óptimamente para generar propulsión, también somete a una gran tensión aparte interna de la rodilla, al juntarse las piernas con energía durante lo batido.

La natación también puede hacer  mella en nuestro cuerpo, sin llegar a causar estrago a nivel muscular.

Calambre

Los calambres ocurren cuando los músculos, que continuamente  están relajándose y contrayéndose, quedan trabados en una contracción y permanecen así, ocasionando un dolor agudo.

Suelen surgir cuándo se repite muchas veces un movimiento de contracción. También aparecen cuando se descansa y se pone en marcha un músculo tenso y ejercitado en exceso. Si se mueve el músculo acalambrado se contrae más.

Existen diferentes causas de los calambres al nadar:

Deshidratación: Cuando se está dentro de una piscina, los síntomas de deshidratación suelen pasar desapercibidos, haciendo que la deshidratación aumente.

Falta de elasticidad: La natación es un deporte que exige muchos movimientos bruscos, los cuales pueden ocasionar que este se contraiga si no se posee suficiente elasticidad.

Estiramiento violento: Un ejemplo que podemos dar, es cuando se coge impulso con las paredes de la piscina. El  músculo se ve sometido a una gran tensión, provocando calambres.

Dieta inadecuada: la falta  de  potasio y/o sodio, también puede ser una causa común.

Cambio de temperatura: Normalmente el frío ocasiona contracciones musculares (calambres) y aún más, si nuestra temperatura corporal es caliente y entramos en agua fría.

Para prevenir la aparición de calambres se deben estirar los músculos, dos o tres veces al día, manteniendo la posición unos 30 segundos, antes y después de ejercitarse, así como antes de irse a la cama. Todo eso ayuda a alargar los músculos y, por lo tanto, a que sean menos propensos a acalambrarse. Además, debe complementarse con una correcta  hidratación.

Onicomicosis

La onicomicosis es una de las dolencias más habituales entre los pacientes que  acuden a una clínica  podológica. Esta dolencia consiste en una infección producida por hongos en las uñas de los pies. La infección suele producirse por hongos  dermatofitos como el ‘ Trichophyton   rubrum’ que son capaces de invadir las estructuras de la piel  queratinizadas como el pelo y las uñas. También puede ser producida por levaduras como la ‘ Candida  albicans’ y hongos  filamentosos no   dermatofitos como el ‘ Fusarium   spp’.

Lo más frecuente es que la infección comienza en uno de los dedos gordos del pie ( ainda que puede hacerlo por cualquiera) y, si no se trata a tiempo, se extienda al resto de dedos. La  onicomicose puede parecer una alteración estética de la uña pero, en algunas ocasiones puede favorecer la aparición de infecciones más graves, dolor y deformidad permanente de la uña. Suponen un verdadero reto terapéutico y, en muchas ocasiones son patologías crónicas de difícil solución, pudiendo reaparecer mismo después de recibir tratamiento.

La  onicomicose se adquiere por contagio, por contacto con superficies (suelo, calzado…) contaminadas. Se favorece la transmisión y desenrollo con la presencia de humedad, principalmente en verano, cuando los pies pueden permanecer húmedos durante un tiempo y, también sí se frecuentan áreas como piscinas y vestuarios públicos. Otras de las razón principales de su aparición es no secar bien los pies, especialmente, entre las dedos. 

La  onicomicosis, al igual que en muchas otras dolencias  podológicas, la solución está en nosotros mismos. Con una correcta higiene, acudiendo al especialista periódicamente y siguiendo correctamente el tratamiento  pautado, podremos no solo  disminuir su gravedad, impidiendo su desarrollo una vez que estas aparezcan sino que también podremos  prevenir este tipo de  enfermedades.

Pie de atleta

Es una infección en los pies provocada por hongos. 

El pie de atleta ocurre cuando uno cierto hongo prolifera sobre la piel de sus pies. El mismo hongo también se puede presentar en otras partes del cuerpo. Con todo, los pies son los más afectados sobre todo los dedos de los pies. El hongo prospera en zonas cálidas y húmedas, por lo que el riesgo de contraer esta afición incrementa si: 

  • Se usa calzado cerrado, especialmente se es recubierto con plástico
  • Se mantiene los pies húmedos durante períodos prolongados
  • Transpira mucho
  • Tiene una lesión menor en la piel o las uñas

El pie de atleta se contagia rápidamente. Se puede transmitir por contacto directo o por contacto con artículos tales como zapatos, calcetines y superficies de duchas o piscinas.

Ciclismo

El hecho de que esta práctica se realice principalmente a nivel   amateur, implica una falta de preparación por parte de todos aquellos que lo practican. Esta mala práctica puede llegar a ocasionar una serie de dolencias. En cualquier caso, tanto a nivel profesional como aquellos que lo practican por ocio, suelen acabar con adormecimiento o dolor en los pies, sobre todo en la zona plantar, debido a toda esa presión ejercida a la hora de pedalear. Normalmente, el motivo de estas molestias es un uso incorrecto del calzado deportivo, que puede ser demasiado estrecho o corto y genera un exceso de presión en el pie del ciclista. Además, esto se ve propiciado con el uso de unas plantillas estándar.

Para reducir estas molestias es necesario determinar qué áreas del pie son las que soportan una presión mayor y, por lo tanto, son más dadas a sufrir  una lesión. Por esto mismo, es recomendable realizar un estudio  biomecánico para poder prevenir aquellas patologías derivadas del ciclismo. Numerosos estudios comprobaron que la presión no se distribuye   uniformemente en todo el área plantar, de modo que, durante el pedaleo las zonas que más presión sufren son  el  antepié y la zona interna -el primer dedo del pie además del primero y segundo metatarsiano. 

La colocación de las calas también es un factor esencial para evitar el adormecimiento de los pies. Para hacerlo correctamente podríamos hacernos un estudio  biomecánico del ciclista. Gracias a este estudio, las calas irán correctamente posicionadas y si cambiamos de zapatillas no habrá ningún problema ya que sabremos las medidas exactas a las que deben estar.

En definitiva, conocer el pie de cada deportista -incluyendo su pisada y el modo de ejercer fuerza sobre el pedal- es la clave tanto para evitar como para solucionar prácticamente cualquier problema que se presente.

Con todo, hay que tener en cuenta las diferentes disciplinas de ciclismo -cada modalidad puede implicar un cambio en el tipo de la bicicleta, lo que implica un cambio en la dinámica del atleta.

En conclusión, puesto que cada ciclista es un mundo, la clave está en obtener la mayor cantidad de información posible para aplicar soluciones individualizadas para cada atleta. Una vez que tengamos toda esta información recopilada, el podólogo estará en condiciones de diagnosticar -y ponerle fin a todas estas potenciales dolencias. Por regla general, la solución más efectiva es el uso de unas  soletas personalizadas que deben de ir acompañadas de un calzado deportivo adecuado -que sujete pero no llegue a oprimir el pie.

Atletismo

A la hora de correr, con cada paso o  zancada,  una fuerza aproximadamente igual a dos veces y medio el peso corporal debe ser absorbida y disipada por el cuerpo. El corredor de larga distancia está expuesto a lesiones por el uso excesivo de las extremidades inferiores; situación en la que el pie, y en particular su contacto con el suelo, juega un papel importante.

A través de un estudio biomecánico podemos conocer la cinemática (movimiento) y  cinética  (fuerza, presión) y, de este modo, reducir el riesgo de padecer lesiones. Con todo, el calzado cobra también especial importancia: correr calzado favorece el contacto del pie con el suelo con el talón y aumenta el tiempo de contacto con el suelo; por el contrario, hacerlo descalzo favorece un contacto inicial con el antepié y reduce el tiempo de contacto pie-suelo.

Según el tipo de zapatilla que utilicemos, se producirán una serie de cambios en la carga del pie. Por tanto, este es un importante factor que se debería tener en cuenta a la hora de elegir un calzado u otro. Del mismo modo, se debe tener en cuenta que una zapatilla amortiguada induce a una adaptación del estilo de correr. Los corredores que utilizan simultáneamente más de un par de zapatillas parecen tener menor riesgo de lesiones asociadas al  running.

Originalmente, la principal función del calzado era preservar la salud del pie y prevenir lesiones. Ahora, el rendimiento o la mejora de marcas se convirtió en la prioridad. De hecho, por mucho que evolucionara la tecnología aplicada al calzado deportivo, la gran mayoría de atletas -entre el 19 % y el 79 %- siguen lesionándose en la actualidad.

La principal diferencia entre correr descalzo y con zapatillas de  running  radica en el contacto inicial ( CI) del pie con el suelo. La carrera con zapatillas de  running  estándar implica un  CI de talón, promovido por una mayor   dorsiflexión del tobillo. En cambio, la carrera descalzo modifica la  biomecánica  de carrera: el  CI es más de  antepié  que en la carrera con calzado, reduciendo el pico de impacto y los tiempos de las fases de vuelo y de contacto -además de la duración de total de la pisada- procurando reducir la tensión mecánica.

Según diversos estudios, controlar las superficies por las que se corre habitualmente son otros factores que nos puede ayudar a prevenir las lesiones además de mejorar el rendimiento en la carrera. Por otra parte, un correcto estudio   biomecánico no solo contribuirá a reducir el riesgo de lesiones, si no que una mejora en la técnica traerá consigo beneficios en nuestro rendimiento deportivo.