Cristina Martínez Boix, podóloga: “La ortonixia es la alternativa para aquellos pacientes de uña incarnada que no se quieren operar”
El sábado 21 de mayo, la doctora Cristina Martínez Boix, podóloga, impartió un taller formativo titulado “Ortonixia y reconstrucción ungueal” en la sede del Colexio de Podólogos de Galicia (COPOGA). El curso, en el que participaron alrededor de 25 colegiadas y colegiados, se centró en el tratamiento de la onicocriptosis, también conocida como uña incarnada, así como en la técnica de la ortonixia, que consiste en la aplicación de correctores para modificar la curvatura de la uña.
Con el objetivo de explicar con detalle en qué consiste esta técnica y de conocer las principales particularidades que la caracterizan, la doctora podóloga Cristina Martínez Boix —especialista en patomecánica del pie, tratamientos ortopodológicos, podología clínica y podología médico-quirúrgica del antepié— responde a las principales cuestiones acerca de la ortonixia como técnica alternativa a la cirugía en el tratamiento de la uña incarnada.
¿En qué consiste la ortonixia?
Es una técnica de corrección ungueal, es decir, relativa a las uñas, que está pensada para aquellas uñas que se encuentran en un estadio no muy avanzado de onicocriptosis o, lo que es lo mismo, para uñas incarnadas. Simplemente, consiste en aplicar unos correctores sobre la uña, que van traccionando de ella poco a poco, haciéndola pasar de una posición curva a otra más plana y favorable.
¿Qué es una uña incarnada?
Es una afección que se produce cuando los laterales de la uña penetran en la piel del dedo y generan dolor, inflamación y tensión. A veces, estos procesos incluso requieren de cirugía. La ortonixia se situaría un punto antes de la cirugía.
¿Qué ventajas presenta la ortonixia como tratamiento alternativo a la cirugía en la corrección de uñas incarnadas?
La principal ventaja de los correctores se da en aquellos casos en los que el paciente no se quiere operar de ninguna manera. Además, como la ortonixia es apta para niños, también podemos evitar que ellos pasen por el quirófano.
Hay casos en los que es necesario operar la uña, pero si el paciente no quiere, podemos ofrecerle esta alternativa, siempre informando de que la uña puede recidivar, es decir, puede volver a deformarse, y de que incluso podemos fracasar en el tratamiento. La uña es un tejido que tiene memoria y crece. Con el paso de los años, muchas de las uñas incarnadas corregidas reaparecen y tenemos que volver a aplicar los correctores.
¿La ortonixia siempre puede emplearse como alternativa a la cirugía o depende del estado de gravedad en el que se encuentre la uña del paciente?
Hay casos en los que lo decide el paciente, ya que de ninguna manera se quiere operar. Entonces, podemos proponerle la ortonixia como alternativa antes de pensar en la cirugía. Tenemos casos de pacientes que han dejado de utilizar correctores hace años y no han vuelto a sufrir molestias, pero tenemos que ir controlándolos para evitar que esto pueda llegar a suceder.
Existen diversos tipos de ortonixia, ¿en qué se diferencian? ¿Son algunos correctores más efectivos que otros?
Sí, hay algunos tratamientos más efectivos que otros. Algunos tienen menos potencia a la hora de corregir, pero todo va a depender del momento en el que se encuentre la uña. Muchas veces los compañeros me preguntan: “¿Con qué corrector empiezo?”. No es cuestión de con cuál empezar. Dependiendo del paciente se le aplicará un corrector u otro.
¿De qué depende la elección del tratamiento adecuado para cada paciente?
Del estadio en el que se encuentre la uña. Cuando queremos corregir una uña, tenemos que valorar cómo está esa uña. Todo dependerá de si tenemos unos bordes accesibles o no. Hay correctores que van anclados al borde de la uña y si estos no son accesibles, no podríamos colocarlos. En ese caso, optaríamos por iniciar el tratamiento con un corrector pegado a la lámina y, conforme fuese evolucionando la uña, iríamos viendo si necesitamos aplicar otro tipo de corrector para modificarla como queremos. Lo importante es cómo vaya evolucionando la uña, porque no todas lo hacen de la misma forma.
¿Este tratamiento es apto para personas de cualquier edad?
Totalmente. En el caso de los niños, deben saber que llevan un dispositivo en el pie que no pueden meterse en la boca y que puede desprenderse por cualquier traumatismo. Esta sería la única excepción en la que el tratamiento dependería de la edad del paciente. Si el niño ya es consciente de lo que lleva en el pie, se le podría aplicar.
¿Existe alguna contraindicación a la hora de aplicar la ortonixia en pacientes de riesgo?
Cuando tenemos un paciente diabético estable, que podemos hablar de él como un paciente normal, con sensibilidad en el pie y una buena circulación sanguínea en el miembro inferior, lo vamos a tratar como a un paciente sano. En el caso de aquellos pacientes diabéticos que, sobre todo, tienen una pérdida importante de sensibilidad en el pie, correríamos el riesgo de que el corrector se pudiera desprender por accidente y no notara que lo lleva suelto dentro del zapato. En este caso, los correctores estarían contraindicados.
En los casos de onicomicosis —cuando se produce una infección de las uñas por hongos—, si la uña está muy despegada y supone una molestia (aunque normalmente no suele molestar), los correctores también estarían contraindicados. Esto se debe a que la uña está suelta y, al aplicar el corrector que va a traccionar de la lámina, podemos acabar provocando una onicolisis total de la uña, es decir, que esta se desprenda del dedo. Estos serían los casos en los que deberíamos valorar si poner o no el corrector.
¿La ortonixia es dolorosa o le permite al paciente hacer vida normal durante la duración del tratamiento?
En un principio, los pacientes hacen vida normal. Hay que informarles de que durante los dos primeros días suelen notar, sobre todo a la hora de acostarse, lo que ellos reciben como “si el corazón les bombease en el pie”. En la mayoría de los casos, esto es algo normal que suele durar uno o dos días, como mucho. Si se prolonga, es importante que el paciente acuda a consulta para ver si el corrector está colocado con demasiada tensión y está tirando mucho de la uña. En ese caso, el paciente realmente tendría un dolor que no se va a ir y que puede llegar a provocar un desprendimiento de la uña.
Otro supuesto en el que podría haber dolor, que se debe valorar antes de que el paciente salga de la consulta, es a la hora de colocar correctores anclados. Con ese corrector tenemos que hacer el gesto de despegar el pie del suelo y hacer presión del corrector contra la uña para asegurarnos de que el anclaje no se le clava al paciente y no le molesta. Si el paciente no nota dolor en la consulta y lo nota cuando llega a casa, es importante que acuda a consulta para valorar si el corrector está bien puesto o si tenemos que retirarlo, revisar el anclaje y volver a colocarlo.
¿Es un tratamiento compatible con la práctica de cualquier deporte?
Por supuesto. Para prevenir que el corrector se pueda desprender si el paciente sufre un traumatismo fuerte o un pisotón —por ejemplo, jugando al fútbol—, lo que hacemos es reforzarlo con el mismo gel que utilizamos para la reconstrucción. Con este gel simplemente reforzamos las zonas críticas del corrector, que suelen ser las que van pegadas, y así evitamos que se pueda despegar.
¿Cuáles son las indicaciones que los pacientes deben seguir, una vez se están sometiendo al tratamiento, para asegurar su efectividad?
El paciente puede realizar movimientos bruscos, aunque la mayoría suelen ser accidentales, pero aún así, en principio, puede hacerlos. El paciente hace vida normal. Puede correr, montar en bicicleta, bailar, nadar, jugar al fútbol…
¿Cuánto tiempo tardan los pacientes en notar los resultados de la ortonixia?
El paciente nota mejoría desde el momento en que le colocamos el corrector, porque ya sólo lo poco que tracciona de la uña es suficiente para liberar presión. Sin embargo, notar la mejoría a nivel visual es una cuestión de meses. Cuando queremos corregir una uña completa, ésta se cae y tarda en crecer un año entero, más o menos, dependiendo del paciente y la velocidad de crecimiento. Lo que realmente nos interesa corregir no es la uña que estamos viendo cuando aplicamos el corrector, es la que empieza a crecer desde el momento en el que colocamos el corrector. Hay uñas que crecen muy rápido, más finas y delgadas, que en un año ya están totalmente corregidas. Aquellas uñas más gruesas, que tienen un crecimiento más lento, pueden tardar hasta 18 meses en crecer por completo, aproximadamente.
¿Cuáles son los índices de efectividad del tratamiento?
Tenemos casos que han recidivado, en los que la uña incarnada ha vuelto a generar molestias en el paciente, pero es lo que le llamamos una recidiva controlada. Son pacientes a los que les colocamos una especie de gasa debajo de la uña, para que la uña vuelva a tener su forma pero, aunque vuelva a deformarse, no genere dolor en los pacientes.
En la mayoría de los casos, el tratamiento funciona. Hay que tener claro que el paciente de ortonixia es un paciente para toda la vida, que hay que ir viéndolo cada cierto tiempo. En el caso de los pacientes en los que no es muy evidente que la uña vuelva a deformarse, los veremos dos o tres veces al año, y aquellos en los que vemos que es más evidente, cada dos o tres meses.
Actualmente, ¿son muchas las clínicas que utilizan esta técnica en España?
Sí, son muchísimas las clínicas que están aplicando los correctores, sobre todo los que no necesitan certificación. Desde que empecé a formar podólogos, hace 8 años, han sido muchas las clínicas que han empezado a aplicar este tratamiento. A veces, el podólogo se enfrenta a ver el sistema en el catálogo de la marca que lo comercializa y no se atreve a ponerlo en práctica, pero los cursos que organizamos son lo que necesitan para dar ese paso y poder decir: “Venga, voy a empezar”.
¿Es un tratamiento que presenta un coste elevado o, por el contrario, es accesible para todos los pacientes, independientemente de su nivel económico?
En los cursos formativos suelo dar un precio orientativo pero cada podólogo es libre de aplicar el que quiera. Normalmente, el precio de cada corrector se abona cada vez que se aplica y cada paciente suele necesitar, de media, entre 6 y 8 correctores. El precio final supondría una cirugía, más o menos, pero depende del paciente y de lo que le propongamos.