El Colexio de Podólogos de Galicia recomienda el gateo en los más pequeños por los numerosos beneficios que reporta para su desarrollo
La influencia del gateo en el desarrollo psicomotor de los más pequeños lo convierte en una etapa clave a la hora de garantizar el aprendizaje de habilidades básicas para el crecimiento del bebé. La mayoría de los especialistas coinciden en recomendar a los padres que permitan a sus hijos gatear con total libertad antes de comenzar a dar sus primeros pasos en posición vertical. La supresión de esta fase, animando a los niños a pasar directamente al bipedismo, puede traer consigo graves consecuencias sobre su desarrollo físico y psicológico.
El principal beneficio del gateo para el crecimiento del bebé, una etapa que normalmente se inicia entre los 8 y los 11 meses de vida, aproximadamente, es la autonomía que es capaz de desarrollar a través de este proceso. El hecho de poder desplazarse con libertad y seguridad en el espacio dota de confianza a los más pequeños, quienes aprenden a valerse por sí mismos sin necesidad de recurrir a sus padres o a sus educadores para ejecutar cualquier movimiento.
Más allá del plano emocional, el desplazamiento sobre las cuatro extremidades también fomenta la mejora de numerosas habilidades físicas y cognitivas en los más pequeños. El descubrimiento autónomo de nuevos espacios potencia el sentido de la vista. De esta forma, los bebés son capaces de enfocar y distinguir obstáculos a media y larga distancia, así como de calcular la distancia a la que se encuentran sus manos de estos objetos.
La exploración del espacio mediante el gateo también mejora la tactilidad de las manos del bebé. Conforme este comienza a tocar y a agarrar diferentes objetos, con superficies de características variadas, se vuelve capaz de distinguir texturas y colores, lo que facilitará el desarrollo de su motricidad fina y el aprendizaje de la información relacionada con el medio que le rodea.
La alternancia de manos y piernas a la hora de desplazarse desarrolla el patrón cruzado, la función neurológica que permite el desplazamiento corporal de una forma equilibrada y organizada. Además, los movimientos llevados a cabo por el bebé le permiten tonificar la musculatura, mejorar la coordinación visual con la motora de los miembros superiores e inferiores y desarrollar su columna vertebral, lo que le ayudará a mantenerse erguido cuando comience a dar sus primeros pasos.
En el momento de su nacimiento, la columna vertebral del bebé presenta forma de “C”. Por tanto, un recién nacido no posee la fuerza ni el equilibrio necesarios para mantener su cabeza erguida. Conforme sus músculos comienzan a fortalecerse, el bebé desarrolla la capacidad de sostener su cabeza y de mover el cuello, curvándose ligeramente su columna vertebral. Durante la etapa del gateo, el bebé desarrolla la curva inferior de su espalda, así como los músculos que le permitirán ponerse de pie, momento en el que su columna vertebral estará completamente formada.
A mayores de mejorar la estabilidad y el equilibrio del bebé, esta fase del desplazamiento de los más pequeños también potencia su coordinación. El gateo conecta los hemisferios cerebrales y ayuda a fijar la futura lateralización del cerebro, es decir, la división del trabajo entre ambos para no tener que poner en funcionamiento los dos a la vez. La maduración de las diversas funciones cognitivas del cerebro facilita el futuro desarrollo personal del bebé.
Todos estos beneficios, y muchos más, convierten el gateo en una etapa fundamental en el desarrollo físico, cognitivo, emocional y social del bebé. Este proceso supone un impulso a la formación de su conciencia individual, ya que le permite potenciar su autonomía, seguridad y autoestima, al mismo tiempo que reporta numerosos beneficios para su crecimiento, tanto a nivel físico como psicológico. Sin embargo, es importante permitir que el bebé gatee, se siente o camine cuando se sienta preparado. El papel de los padres consiste en estimular a su hijo sin presionarlo, ya que la aceleración forzada de estos procesos podría interferir negativamente en su desarrollo.
Durante la primera etapa del desarrollo de la columna vertebral de un recién nacido, la etapa de la curva C, es importante apoyar una mano detrás del cuello del bebé y otra detrás de la parte baja de la espalda a la hora de levantarlo, en lugar de agarrarlo por debajo de los brazos, lo que podría resultar perjudicial para el correcto desarrollo de su columna vertebral.
A medida que el bebé comienza a desarrollar la curva vertical por el cuello, es recomendable ponerlo boca arriba para que aprenda a levantar de forma autónoma la cabeza y el pecho. Aunque el niño pueda tratar de sentarse solo en esta etapa es recomendable no colocarlo en sillas o columpios durante un largo período de tiempo hasta que no sea capaz de mantener totalmente el equilibrio, ya que puede que aún no esté preparado para mantenerse en esa posición.
La etapa final coincide con el momento en el que el bebé desarrolla la curva en la columna lumbar y comienza a gatear para, poco a poco, aprender a caminar erguido. En esta etapa es importante prestar especial atención al uso de ciertos accesorios que, aunque pueda parecer que potencian el desarrollo y el crecimiento del bebé, pueden debilitar su columna y sus articulaciones.
A la hora de elegir una mochila portabebés, el principal aspecto a tener en cuenta es que las caderas del bebé estén bien apoyadas. Por lo tanto, debe evitarse el uso de aquellas mochilas en las que sus piernas cuelguen rectas hacia abajo, ya que esta posición ejerce una excesiva presión sobre las articulaciones de la cadera y en la parte baja de la espalda.
En cuanto a los andadores, su uso no es recomendable ni reporta beneficios para el crecimiento del bebé. El principal peligro que entraña el uso de estos aparatos es la alta probabilidad de sufrir accidentes que puedan provocar fracturas en los niños como, por ejemplo, caerse por las escaleras. Además, su uso no contribuye a mejorar el desarrollo psicomotor de los bebés, al contrario, ralentiza el inicio de la marcha autónoma.
Sin embargo, si tu hijo no gatea y comienza a dar sus primeros pasos erguido, no debes preocuparte, ya que no todos los bebés tienen por qué atravesar esta etapa. Aunque los beneficios del gateo son múltiples, la ausencia de esta fase no implica la existencia de problemas en el desarrollo de los niños. A mayores, existen algunas técnicas para animar a tu hijo a gatear, que pueden comenzar, por ejemplo, por colocarlo boca abajo mientras juega.