El calzado laboral, un aliado para los pies
El calzado de seguridad forma parte del equipo de protección individual (EPI) de cualquier trabajador o trabajadora y que, además, en la actualidad forma parte de las normativas de seguridad laboral vigentes (EN-344, EN-345, EN-346 y EN-347). Su finalidad es proteger al pie, al aparato ungueal y, por ende, al cuerpo humano, de los posibles riesgos que conlleva desarrollar una actividad laboral. Los pies, especialmente los dedos, suelen ser las zonas más expuestas a sufrir lesiones por caídas de objetos, impactos y golpes varios, por lo que se hace necesario elegir un calzado resistente a estas posibles situaciones. Asimismo, si la actividad laboral implica permanecer un largo período de tiempo de pie, ya sea en una posición estática o de movimiento, los problemas en articulaciones de pies, rodillas, caderas y columna suelen ser habituales, pudiendo ser el calzado laboral un buen método de prevención.
Hoy en día, por otra parte, los zapatos de uso profesional se elaboran con diferentes materiales protectores, aunque no estaría de más revisar el uso de estos componentes, así como el diseño y la forma del calzado. ¿Las razones? Principalmente, porque los pies, así como la espalda y las piernas de un trabajador, pueden resentirse debido a la utilización incorrecta de un calzado mal seleccionado incidiendo de forma negativa en su salud y el rendimiento en su actividad. De este modo, a pesar de que existen multitud de modelos de calzado de seguridad que cumplen las normativas vigentes, debemos valorar algunos aspectos a la hora de elegir el tipo de zapato adecuado para cada usuario.
En primer lugar, hay que tener en cuenta el tiempo que se va a trabajar con el calzado, así como el puesto y el lugar en que se van a desarrollar la actividad laboral, con el fin de adaptar las propiedades del zapato al trabajo y a la legislación de cada sector. Además, es importante atender a las características físicas de cada persona para adecuar el calzado a las necesidades de su cuerpo. Junto a esto, se recomienda elegir la talla correcta del calzado, probándolo en los dos pies para asegurar su idoneidad y, si es posible, hacerlo hacia el final del día, cuando el pie está más dilatado.
Respecto a las especificaciones del zapato en sí, se recomienda elegir uno resistente al frío y al calor, con protección en la puntera y en la zona del talón, que posea un cierre adecuado y eficaz, que sea lo más ergonómico posible, para facilitar el movimiento del pie en su interior, y que sus materiales sean impermeables. Imprescindible también, para un buen calzado laboral, es que sea transpirable, que incluya una suela antideslizante y antiestática, para prevenir accidentes eléctricos, y que la plantilla con refuerzo interior evite las perforaciones.
Unido a lo anterior, se aconseja utilizar zapatos ligeros, ya que un calzado pesado dificultará al usuario desempeñar correctamente su actividad profesional y, en el caso de las mujeres, en ningún caso se considera conveniente el uso de zapatos con tacón.
Por último, en caso de que el trabajador dude respecto al calzado más apropiado para su pie y la actividad que realiza, puede visitar a su podólogo de confianza para que le aconseje sobre el zapato que más se adapte a las necesidades de su pie.