Tus pies, tu mejor apoyo para realizar el Camino de Santiago

Con motivo de la pandemia por Covid-19, el Año Santo Xacobeo se extenderá hasta el 31 de diciembre de 2022.
Realizar el camino puede significar muchas cosas para cada peregrino pero, para todos -y especialmente para los que realizan grandes trayectos-, siempre es un reto físico. Emprender este viaje conlleva, por lo general, realizar varias etapas de decenas de kilómetros. Por ejemplo, si empezamos desde Sarria, Tui o Ferrol, la distancia hasta el Obradoiro no es inferior a 100 km. Los pies suelen ser los que más sufren este tipo de aventuras, por lo que te presentamos una serie de recomendaciones para hacer de esta experiencia algo inolvidable.
El mayor reto durante el camino: los pies
Las lesiones más comunes en el Camino de Santiago son la deshidratación o los golpes de calor, fruto de realizar esta actividad en períodos estivales. Muy frecuentes son, también, las rozaduras y las heridas en los pies.
Es recomendable acudir a una clínica podológica para realizar un estudio biomecánico completo de la pisada. Así se podría conocer, antes de realizar tantos kilómetros, si estamos en condiciones óptimas de hacerlo o si se necesita el apoyo de plantillas personalizadas.
Dependiendo de la época del año en la que nos encontremos, es clave vestirse acorde al clima que nos vamos a encontrar, pero teniendo en cuenta que la comodidad debe primar sobre lo demás.
El calzado de trekking (diseñado para actividades de senderismo o caminatas en general) es el óptimo para realizar este tipo de trayectos. Entre sus características destacan la robustez de su suela y su comodidad, factores clave para los viales que se suceden a lo largo del camino. Podemos encontrarnos con terrenos rocosos o de tierra, asfalto o incluso algún barrizal. Otro elemento de ayuda son los bastones, que incrementan nuestra estabilidad.
Es recomendable realizar los descensos pronunciados realizando un movimiento de zig zag, para que no se traumaticen las uñas contra el calzado, y no dañar las rodillas. Para hacer el viaje mucho más confortable y seguro, los podólogos aconsejan que la mochila no exceda el 10 % del peso de la persona que la lleva.
Debemos usar nuestras zapatillas con anterioridad antes de iniciar el camino, y no estrenarlas en la primera etapa. Al hacerlas más holgadas, no provocan roces, permiten la circulación correcta de la sangre, y evitan una excesiva sudoración. Sería ideal que presentaran mayor altura en el talón que en el antepié, para no sobrecargar -por ejemplo- los gemelos, pero esto depende de la pisada que tengamos. Por ello, la revisión podológica es muy importante.
A lo largo del trayecto, el pie sufre y la sudoración hace acto de presencia. Es clave contar con más pares de calcetines a mano -de algodón y de fibras sintéticas-, para así evitar la proliferación de microbios, que pueden llegar -incluso- a infectar heridas o ampollas ya presentes. Deben estar hechos de algodón y no tener costuras, para así aportar mayor comodidad y seguridad.
Cabe resaltar que la mejor opción es descalzarse y ventilar sólo al final de cada etapa. A veces, algunos peregrinos y peregrinas se quitan el calzado, pero luego no son capaces de volver a ponérselo, especialmente en días de mucho calor.
El descanso también es otro elemento clave. Para ello, conviene detenerse en cuánto notemos pesadez en las piernas. No conviene esforzarse más de lo debido, si es posible. Es ideal contar con una rutina de estiramientos, así como sentarse y elevar las piernas, una vez termine la etapa.
Luego, lo mejor es descalzarse y dejar que el pie respire y ventilar, así, los zapatos. En esos momentos, es de buena ayuda contar con zapatillas o chanclas abiertas -con sujeción-. En este artículo relacionado en el blog del Colegio Oficial de Podólogos de Galicia, hablamos más detalladamente de los factores a tener en cuenta sobre la sudoración en los pies.
Prevención y tratamiento de lesiones
Caminar por terrenos muy técnicos, con calzado poco adecuado y/o con sudoración excesiva, puede derivar en la aparición de ampollas u otro tipo de heridas, que causan muchas molestias y limitan la actividad física. Son frecuentes las alergias en los miembros inferiores por sudoración o por el roce con diferentes especies vegetales, y que normalmente provocan ronchas o manchas.
Las ampollas también son muy comunes durante el Camino. Provocan dolor en la zona en el momento de contacto con la superficie, y pueden llegar a complicarse si no se aplica un tratamiento adecuado.
Para evitarlas, es muy importante que no haya humedad entre los dedos 0 sobre las prominencias óseas como el talón. Si la ampolla aparece, los antisépticos cutáneos ayudan a prevenir infecciones, y los apósitos sirven para cubrir la zona y evitar roces que podrían empeorar la situación.
Las ampollas no pueden ser manipuladas si no se tiene experiencia o conocimientos óptimos para ello. Se recomienda visitar un/a podólogo/a, que procederá a drenar el líquido del interior, y le recetará los productos medicamentosos oportunos. Si hablamos del ‘pie de atleta’, la higiene es igual de importante. Además de asegurarse de que los pies, los calcetines y los zapatos están secos para evitar la proliferación de hongos, los productos antifúngicos o antimicóticos pueden ser necesarios.
El procedimiento en las heridas leves, como pequeños cortes, es similar. Podría ser suficiente con aplicar productos antisépticos y algún apósito; pero, para no correr riesgos, la revisión en clínica siempre es la mejor decisión.
En la web del Colegio Oficial de Podólogos de Galicia tienes a tu disposición una herramienta con la que podrás encontrar tu podólogo más cercano, dependiendo de tu ubicación.
Bibliografía:
Colexio Oficial de Fisioterapeutas de Galicia. (2010). Fisioterapia en el Camino [Pdf]. Recuperado de: https://www.fisioterapiaronda.com/images/peregrinos/guiaparaperegrinos.pdf
Vive el camino (2021). Enfermedades habituales en el Camino de Santiago: ¿Cómo debe actuar el peregrino? [Blog]. Recuperado de: https://vivecamino.com/enfermedades-habituales-en-el-camino-de-santiago:-como-debe-actuar-el-peregrino-no-734/#esguinces-y-lesiones-musculares